En periodo estival, las universidades reorganizan sus departamentos, sus asignaturas, sus cátedras, y me consta que muchas, hacen verdaderos encajes de bolillos para poder terminar el año sin falta de material, procurando pagar a sus profesores y proveedores, debido a los recortes económicos obsequio de las Administraciones y el menor número de matriculaciones de alumnos debido a la subida desproporcionada de las tasas, en una medida más ideológica que económica.
Pero dentro de este camino que tiene como meta que sólo la élite económica pueda costearse estudios universitarios, discurre paralelo un atajo para obtener titulaciones, sólo dependiente de la decisión de caprichosas Consejerías de Educación, la universidad privada.
La universidad privada en los últimos diez años, ha esquilmado de un modo irreparable el prestigio de profesiones que el control de la salida de titulados, los famosos números clausus universitarios, había preservado durante décadas, si no siglos. Toda aquella carrera con demanda en la sociedad, con prestigio profesional y con pocos profesionales en el ejercicio lo que les convertía en bien remunerados, ha sido vampirizada, con el parabién de las administraciones y la omisión de los Colegios Profesionales, por una universidad privada que ha superpoblado de profesionales ciertas profesiones, sin más control que el número de matrículas a final de año. Ingenieros, arquitectos, fisioterapeutas, odontólogos, pueden dar buen testimonio de ello.
Esta semana, “El País” se hacía eco de cómo la neocatecumenal UCAM (Universidad Católica de Murcia) imparte la formación complementaria para ejercer como Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, (grado Máster), en fines de semana y con un profesorado de calidad ínfima. Según afirmaba “en junio de 2012, después de la denuncia del colegio profesional, la ANECA hizo un seguimiento in situ de la implantación del máster —del que ya se había impartido el primer año—. Los expertos determinaron que el título estaba muy lejos de cumplir los requisitos mínimos de calidad. No contaba con profesorado a tiempo completo ni doctores en ingeniería civil (tan solo uno)”. Con todo esto el gobierno murciano no ha detenido sus matriculaciones y este año saldrán 70 Ingenieros de Caminos en la UCAM, mientras que en la pública Politécnica de Cartagena, sólo lo harán cerca de 15.
La verdad es que esto ya es irreversible con el sistema actual. Se necesita un cambio profundo y la concienciación de todos los intervinientes en los distintos sectores profesionales, para que la calidad a la hora de sacar un título, la igualdad de temarios y el equilibrio en las exigencias, ponga algo de cordura en esta situación que enriquece económicamente a unos pocos y nos empobrece como sociedad, desde un punto de vista laboral y competitivo frente a profesionales en este mercado global de principios del siglo XXI.
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