domingo, agosto 04, 2013

Italia, como España, o viceversa.

Si la militancia de Cobos en el Partido Popular, partido que le propuso y para el que trabajaba haciendo informes y asesorando, como presidente del Constitucional ha ocupado páginas en los periódicos nacionales en las últimas fechas, y no quiero dejar pasar la oportunidad de señalar cómo en la comisión en la que se le propuso no hubo ni un solo diputado que se hubiera informado de su vida pasada y todo fueron parabienes, de todos los grupos parlamentarios, incluidos los nacionalistas de los que el magistrado es enemigo acérrimo, parece ser que el no entender la independencia judicial no es un virus sólo de la “piel de toro”. Ahí en un país un pelín hacia el este en el que algunos que van del mismo palo.
Hoy nos levantamos con la noticia de que el partido de Berlusconi amenaza con romper el inestable, “funambulístico” y casi milagroso pacto de Gobierno en Italia, por la condena a “Il Cavaliere”. Supongo que cuando uno en política tiene un episodio de amnesia transitoria que empieza por Montesquieu y que le lleva a pensar que todo lo que no sea a favor de mi partido, incluso saltándome a la torera cualquier tipo de principio político básico es lo correcto. No sé qué es más desfachatez, si participar en un partido que maneja tal personaje o no entender que dentro de las normas del estado de derecho se encuentra eso de “acatar las decisiones judiciales” porque son justas de por sí. Juntar ambas premisas, nos lleva por estos derroteros.
¿Es tan difícil poder llegar a pensar que las leyes que aprueba el legislativo son interpretadas por el poder judicial conforme a derecho y que el derecho es independiente del partido en el poder, o del que te ha propuesto o al que votas? Sobre todo en latitudes sureñas. (Conste que antes cuando hablaba de latitudes sureñas pensaba en repúblicas bananeras, habrá que subir hasta latitud 44 grados norte…)
Siempre se dijo eso de que Italia es una potencia mundial a pesar de sus políticos… y ya vemos que es cierto, aunque como en todas las democracias… no olvidemos que la culpa es inexcusablemente de los votantes, de los propios italianos… Aunque visto así, e “facile e divertente” jugar a esto desde la atalaya de la sexta economía del mundo, más complicado es hacerlo desde la caída libre.

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