martes, agosto 20, 2013

Una historia cubana.

Sabéis que no soy muy aficionado a contar historietas personales en este blog, y ésta no tiene nada que ver con mi vida, estrictamente, sino más con la situación que vive Cuba.

Estuve con mis amigos de la Escuela de Caminos en diciembre de 2011 en Cuba, visitando La Habana y luego tomando unos días de relax en Varadero, ya sabéis un clásico. Desde Varadero fuimos a Cienfuegos y Santa Clara, no pueden merecer más la pena 12 horas de coche, que ese trayecto…

El caso es que alquilamos un coche con conductor, obviamente cubano. El coche, un Chevrolet, podría tener 40 años, seguro, ya podéis imaginar. El caso y es la historia que quería compartir, es que el propietario del coche, Robert, chófer a su vez de no más de 30 años, nos estuvo contando, cómo deseaba que se abriese la isla económicamente de un modo total, para no estar sujeto a contratar con agencias de viaje del estado, y estar sometido a cierta vigilancia económica, que el sistema cubano continúa realizando con el fin máximo de repartir la riqueza que entra del turismo.

Es sorprendente ese tipo de ingenuos pensamientos. Este hombre que nos cobró 360 euros por el viaje, a 4 personas, precio lógico para 1000 km de trayecto y su jornal, no se daba cuenta que el libre mercado acabaría con él. Los “NosequeCar” de turno, meterían 2000 coches en Varadero, 40 años más jóvenes, con aire acondicionado, y menor consumo, y llamarían a nuestro chofer cubano para que trabajase a 10 euros el día en vez de a 10 euros la hora. Ese es el futuro de Cuba si abriese cuan melón al capitalismo norteamericano.

Hoy leía en público una entrevista a Willy Toledo, que toda la derecha se ha apresurado a criticar, hablando del aperturismo paulatino de la isla y cómo afecta positivamente a los cubanos.

A mí, me duele que cubanos como Robert tengan poca fe en un sistema que los mantiene con una tase de pobreza ínfima comparada con sus alrededores y con una sanidad y educación pública que ya querremos para nosotros en breve.

Siempre he dicho que el panorama de una Cuba económicamente abierta no es convertirse en Alemania y sí en Honduras o Haití, naciones de las que ahora se encuentra afortunadamente a años luz. Es culpa de su anacronismo intrínseco, pero mejor malo conocido…

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