Dependencia de la ley de dependencia.
Voy a cumplir y cerrar la “trilogía” de lo silenciado por el ruido con la que me parece el mayor avance social de la historia de este país. A fe que las mis manos echan chispas por escribir sobre la manifestación “del fantasma de Pamplona” o sobre los cuatro años ininterrumpidos de la barbarie en Irak, pero no quiero ser cómplice del ninguneo al que se está sometiendo a la más provechosa ley que este Gobierno ha promulgado.
Cada día morimos más tarde, esto es un hecho. Las esperanzas de vida tanto de hombres como de mujeres en el mundo desarrollado van aumentando más rápido que la capacidad de la ciencia para arreglar los males de la edad avanzada. Estos males al que todos les ponemos nombres, (de científicos foráneos en la mayor parte de los casos: Alzheimer, Parkinson...) no ayudan a un envejecimiento dulce. Es éste, el de los mayores, el grupo social más numeroso de aplicación de la ley, ese en el que los resultados serán más inmediatos. Pero hay miles de personas dependientes, que han perdido su autonomía física o mental hablan de más de un millón.
La atención a la dependencia, el cuarto pilar del Estado del Bienestar, es el reflejo de la sensibilidad de las sociedades de mayor nivel de riqueza a unas necesidades derivadas de problemas humanos muy claros, en parte consecuencia de enfermedades o dependencia en su sentido más amplio, y en parte derivada de envejecimiento. Es el avance imprescindible para evitar que profesionales tengan que dejar sus carreras por atender a sus padres, dar la oportunidad de desarrollarse fuera de casa a madres que ahora tienen que estar atadas a un hijo discapacitado... No sólo son 1.200.000 las personas que se estiman dependientes, sino que son 1.200.000 núcleos familiares o sociales que van a verse ayudados a vivir algo mejor.
Pero, ¿sabéis por qué no se ha hecho al respecto el ruido que merece la noticia? No es porque este Gobierno haya dejado de perpetrar las bochornosas campañas de publicidad institucional, al más puro estilo “¡Que pasaría si nunca pasase nada!”. Mérito del que nadie se ha hecho eco. (¿O no recordáis esas campañas publicitarias del Ministerio de Zaplana sobre los 100 euros de más a los pensionistas al inicio del año? (Encargadas a la empresa de Miguel Ángel Rodríguez, otro centrista de pro)). La razón de que esta ley haya pasado desapercibida es que los dos grandes partidos la votaron a favor. Hecho casi único esta legislatura y que en vez de realzar la importancia de la ley, mutila su repercusión.
Esta ley es tan necesaria y tan acertada que ni siquiera a nadie se le ocurrió una crítica a la Ley de Dependencia, tan burda como esa de “Las mujeres que estén en un consejo de administración no se sabrá si es que valen o es por cuota” (Esta la he oído yo) aplicable a la de igualdad. Esta ley no tiene pegas. Bueno, sólo una, la de la incertidumbre de si va a responder a las expectativas que los ciudadanos conscientes de este problema hemos puesto en ella. Si no funciona, si se oirán críticas. Seguro.
Termino recordando que estos 47 artículos que componen la ley son un avance único en Europa, casi pionero en el mundo y que en España ha pasado “de puntillas”. Igual habría que haber incluido algo “picante”, una ayuda especial a De Juana Chaos como dependiente (por inanición) para que la sociedad hubiera conocido al detalle la mejor ley que en la historia un Gobierno le dio a su sociedad, a su sociedad del bienestar. Gracias.
Voy a cumplir y cerrar la “trilogía” de lo silenciado por el ruido con la que me parece el mayor avance social de la historia de este país. A fe que las mis manos echan chispas por escribir sobre la manifestación “del fantasma de Pamplona” o sobre los cuatro años ininterrumpidos de la barbarie en Irak, pero no quiero ser cómplice del ninguneo al que se está sometiendo a la más provechosa ley que este Gobierno ha promulgado.
Cada día morimos más tarde, esto es un hecho. Las esperanzas de vida tanto de hombres como de mujeres en el mundo desarrollado van aumentando más rápido que la capacidad de la ciencia para arreglar los males de la edad avanzada. Estos males al que todos les ponemos nombres, (de científicos foráneos en la mayor parte de los casos: Alzheimer, Parkinson...) no ayudan a un envejecimiento dulce. Es éste, el de los mayores, el grupo social más numeroso de aplicación de la ley, ese en el que los resultados serán más inmediatos. Pero hay miles de personas dependientes, que han perdido su autonomía física o mental hablan de más de un millón.
La atención a la dependencia, el cuarto pilar del Estado del Bienestar, es el reflejo de la sensibilidad de las sociedades de mayor nivel de riqueza a unas necesidades derivadas de problemas humanos muy claros, en parte consecuencia de enfermedades o dependencia en su sentido más amplio, y en parte derivada de envejecimiento. Es el avance imprescindible para evitar que profesionales tengan que dejar sus carreras por atender a sus padres, dar la oportunidad de desarrollarse fuera de casa a madres que ahora tienen que estar atadas a un hijo discapacitado... No sólo son 1.200.000 las personas que se estiman dependientes, sino que son 1.200.000 núcleos familiares o sociales que van a verse ayudados a vivir algo mejor.
Pero, ¿sabéis por qué no se ha hecho al respecto el ruido que merece la noticia? No es porque este Gobierno haya dejado de perpetrar las bochornosas campañas de publicidad institucional, al más puro estilo “¡Que pasaría si nunca pasase nada!”. Mérito del que nadie se ha hecho eco. (¿O no recordáis esas campañas publicitarias del Ministerio de Zaplana sobre los 100 euros de más a los pensionistas al inicio del año? (Encargadas a la empresa de Miguel Ángel Rodríguez, otro centrista de pro)). La razón de que esta ley haya pasado desapercibida es que los dos grandes partidos la votaron a favor. Hecho casi único esta legislatura y que en vez de realzar la importancia de la ley, mutila su repercusión.
Esta ley es tan necesaria y tan acertada que ni siquiera a nadie se le ocurrió una crítica a la Ley de Dependencia, tan burda como esa de “Las mujeres que estén en un consejo de administración no se sabrá si es que valen o es por cuota” (Esta la he oído yo) aplicable a la de igualdad. Esta ley no tiene pegas. Bueno, sólo una, la de la incertidumbre de si va a responder a las expectativas que los ciudadanos conscientes de este problema hemos puesto en ella. Si no funciona, si se oirán críticas. Seguro.
Termino recordando que estos 47 artículos que componen la ley son un avance único en Europa, casi pionero en el mundo y que en España ha pasado “de puntillas”. Igual habría que haber incluido algo “picante”, una ayuda especial a De Juana Chaos como dependiente (por inanición) para que la sociedad hubiera conocido al detalle la mejor ley que en la historia un Gobierno le dio a su sociedad, a su sociedad del bienestar. Gracias.
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