domingo, diciembre 30, 2007

Cada día más, apuesto por el laicismo.

Que a poco más de dos meses de las elecciones generales, la Conferencia Episcopal toque arrebato y monte un imponente “sarao” en el centro de Madrid, no me sorprende. Sus intereses políticos se encuentran un tanto debilitados y es muy importante posicionarse y no hacerle olvidar a los fieles que la política de la extrema derecha es la política de la Iglesia “oficial”

Que Rouco Varela haga su enésimo ejercicio de cinismo y realice declaraciones como éstas que recojo literalmente no me sorprende tampoco:"el ordenamiento jurídico ha dado marcha atrás respecto a lo que la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas reconocía y establecía: (...) que la familia es el núcleo natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a ser protegida por la sociedad y el Estado".

Del resto de las pinceladas, más de lo mismo, valga como ejemplo, por otro lado, lo declarado cuando salieron los subalternos como el arzobispo de Valencia, Agustín García-Gasco, en ese momento la lengua se desató con cositas del tipo: "la cultura del laicismo radical" conduce a "la disolución de la democracia" y sigue un camino que "no respeta la Constitución del 78". Dicho laicismo es, en su opinión, "un fraude y un engaño" que "sólo conduce a la desesperación por el camino del aborto, el divorcio express y las ideologías que pretenden manipular la educación de los jóvenes".

Me encanta que este “happening” acontezca justo dos días después de oír lo que el obispo de Tenerife vomitó por su santa boca.

La entrevista que el obispo de Tenerife, Bernardo Álvarez, concedió el lunes al diario local 'La Opinión' no tiene desperdicio. Primero trascendieron sus comentarios sobre la homosexualidad -«perjudica a las personas y a la sociedad»- y su apuesta por 'reorientar' esta opción sexual, con gran escándalo de estos colectivos. Pero lo más aberrante fue destacar eso de que hay menores que «consienten» los abusos sexuales e incluso «si te descuidas, te provocan».

A los miles de padres y madres que poblaron ayer la Plaza de Colón, les recuerdo que esos a los que aplaudían no han tomado ninguna represalia con un señor obispo que piensa que esos hijos vuestros de vuestra familia cristiana provocan para ser abusados sexualmente.

Fuera el poder eclesial de la vida política, fuera estas convenciones políticas camufladas de algún tipo de rollito eclesial.

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