El cierre del año.
Como pasa en España habitualmente, cuando las vacaciones llegan, se olvidan los traumas, las divisiones, los pactos y las negociaciones. Pero en estos días de amnesia colectiva, quiero hacerme eco de las últimas polémicas que han azuzado los medios de comunicación, los últimos días, desde el día 14 que fue mi último escrito.
Voy a destacar un par de cosillas. En primer lugar las inauguraciones de los AVE tanto a Valladolid como a Málaga. Un par de eventos que no han ocupado las mismas portadas que el fracaso del AVE catalán.
Tal y como ocurriera el pasado sábado en la inauguración del AVE Madrid-Valladolid, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, salió ayer domingo de la estación madrileña de Atocha, donde fue despedido por la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, y el alcalde de la capital, Alberto Ruiz Gallardón. El trayecto, de dos horas y media, ha contado con una parada en Córdoba, donde se subió el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos -cabeza de lista del PSOE por esta ciudad para las elecciones generales.
Como ya conté anteriormente es muy importante pensar que las obras públicas que podemos usar a partir de ahora son de todos, las pagamos todos y no tiene nada que ver con los colores de los políticos de los que comenzaron las inversiones como los de los que las han terminado.
Estos días es necesario no olvidar lo acontecido en Cataluña. Los plazos no son prioridad frente a la seguridad y tres meses más no enfatizan la calidad de una infraestructura.
Por otro lado y al albor de los programas electorales hay un teórico debate latente, hipócrita, acerca de una hipotética “Nueva ley electoral”.
Los partidos han abierto ya el debate sobre las justicias o injusticias que se producen al amparo de la Ley Orgánica del Régimen Electoral General, que data de 1985. Independientemente del debate que pueda suscitar la cuestión en los programas electorales de los partidos, existen varios mitos a derribar sobre la ley electoral.
Como amante de las cifras sólo quiero hacer un par de llamadas para evitar la confusión. En las tres últimas elecciones generales han sido los conservadores los más beneficiados en el reparto de escaños. En 1996, 2000 y 2004 el PP ha sido el partido al que menos votos de media le han costado sus escaños. Por ejemplo, en el año 2000, con sólo el 44,52% de los votos, obtuvo el 52,28% de los asientos del Congreso. En 2004, esta desproporción se redujo, pero también se vio más favorecido que ninguna otra formación política. Obtuvo el 37,71% de los votos y le correspondió el 42,28 de los escaños.
Lasegunda es que excepto el PNV y Nafarroa Bai, el resto de formaciones nacionalistas y no nacionalistas salió perdiendo al intercambiar sus votos por escaños. Y la desviación en los casos de PNV y NaBai es mínima. Por lo que no se puede hablar de la sobrerrepresentación en la Cámara Baja de la que se queja el PP. El ejemplo más llamativo entre las fuerzas nacionalistas lo representa el Partido Andalucista, que se queda sin escaño con cerca del 1% de los sufragios.
Es al contrario Izquierda Unida que lleva 22 años quejándose de que el actual sistema electoral la más perjudicada porque es la tercera fuerza política en número de votos.
A mí esto me gusta, me gusta este sistema me gusta la búsqueda del consenso y me gusta el poder del nacionalismo periférico para la gobernabilidad del sistema, para que se sientan más integrados en un estado en el que no se sienten cómodos. Y si no que cada una de las autonomías que se aplique el cuento, es libre de tener su partido que le represente en las cámaras del Estado.
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