Ante una barbarie más, serenidad ciudadana y política.
Cuando los asesinos de una banda mafiosa como es ETA vuelven a cobrarse otra víctima, prácticamente dos, no hay otra, al menos no hay otra legal que resignarse y demostrarnos fuertes frente a la sinrazón.
El pasado sábado, dos jóvenes agentes de la Guardia Civil, que iban a por ellos, a “cazar” etarras se vieron sorprendidos en un bar de manera súbita e inesperada y tres desalmados decidieron asesinarlos.
Ante esto y hasta que estos tres indeseables terminen en prisión, que lo harán, la sociedad española sólo puede dar pequeños pasos.
La ciudadanía se manifiesta, en un acto más de compartir dolor y miedo que de rechazo a un asesinato y los políticos hasta intentan mostrar algo de mesura. Mañana habrá una gran concentración, como las que ha habido siempre en contra de los atentados. Concentraciones de dolor, de solidaridad y de rabia.
Junto a estos actos de ciudadanía, el resto de estamentos del Estado intentan dificultar en lo posible la supervivencia de la banda. Pero no a lo loco, no presos de la ira momentánea.
Desde hace meses las Fuerzas de Seguridad y la Fiscalía acumulan pruebas sobre ANV y a eso unirán la no condena del terrorismo que es condición no imprescindible para ser legal. En función de cómo evolucionen los acontecimientos y si se produce, por ejemplo, alguna declaración desde ANV que dé idea de apoyo o comprensión al terrorismo, el Gobierno actuará.
En lo que al derecho se refiere, no es buena la precipitación. Es necesario recordar que las sentencias del Tribunal Constitucional sobre la Ley de Partidos restringen la actuación del abogado del Estado y de la Fiscalía y expresamente aseguran que por sí sola la no condena de un atentado no es suficiente para ilegalizar. Sin embargo, considera que sí es un indicio más a acumular a otros tantos.
A las dos nuevas víctimas nadie le va a devolver la vida… a nosotros, nos queda seguir luchando para demostrar lo inútil que es la violencia y lo cortos recorridos que tienen su reivindicaciones.
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