Echando un poco la vista atrás, ahora que, y espero no equivocarme, la crisis mundial parece haber llegado a su fin, todos los agentes que componen y rodean el mundo financiero no hacen más que darnos indicios de que no hemos cambiado nada.
Ayer, la agencia Fitch Ratings rebajaba la calificación de la deuda a largo plazo de Grecia dos escalones de "BBB+" a "BBB-", lo que supone el último paso antes de caer en la categoría de bono basura.
Aparentemente mis dos párrafos anteriores no tienen ninguna conexión, ¿no? Pues yo la veo nítida, fácil siendo yo el que escribe, me explico.
La crisis económica fue causada, a grandes rasgos, porque teníamos (y tenemos) un sistema financiero basado en productos que no son reales, en traspasos de riesgo y en rentabilidades futuras. Estas agencias, los asesores, los gestores de riesgo… que manejaban todos esos productos son ahora exactamente los mismos, y se comportan de la misma forma que lo hacían hace dos años, antes de todo este caos financiero. Además, de nuevo, vuelven a estar en disposición de manejar a su antojo los mercados, y las economías de los países, mucho más si están tambaleantes como es el caso del heleno.
De hecho, el dato es que a los pocos minutos de publicarse el informe de Fitch, la prima frente al bund de Alemania y la rentabilidad los bonos a 10 años de la república peloponesiaca volvían a aumentar. Más madera, más zozobra financiera.
He dicho muchas veces, desde este blog, que lo más preocupante de la crisis es que no estuviese valiendo para nada. Ya no digo nada de dónde quedaron aquellos objetivos grandilocuentes de cambiar el sistema financiero mundial… Los mismos actúan de la misma forma, no hemos aprendido nada. Me preocupa y me fastidia, porque el tsunami se ha llevado mucho en el camino.
3 comentarios:
Esta crisis financiera que a todos nos ha ocupado tanto no es más que una pequeña parte de la crisis global en la que vive inmerso el planeta: la crisis medioambiental, la de los recursos energéticos, la pobreza, el hambre... son las mil cabezas de una hidra alimentada por un sistema perverso y enfermo.
La diferencia radica en la voluntad que ha habido de atajar la crisis financiera por parte de las mismas entidades que la provocaron y con la connivencia de los poderes públicos. La jugada les ha salido redonda, pues no han perdido nada y, como se está viendo, en nada van a rectificar su rumbo.
La realidad es que la crisis la pagan (la pagamos) los de siempre. Tal vez por eso las vagas promesas de cambio que se aventuraron al principio: una maniobra para mantener quieta a una masa ciudadana ya de por si bastante pasiva, a la que se le prometía que todo iba a cambiar.
Pero la realidad es que de esta crisis no saldremos. Los recursos que se han invertido para salvar a los bancos hacían falta en investigaciones contra el cambio climático o las energías renovables. Esas otras crisis nos acechan a la vuelta de la esquina, y vendrán a encadenarse con esta.
Hace falta mucho más que cambios en el sistema financiero.
En primer lugar, muchas gracias por tu enriquecedor comentario.
La verdad es que lo que me apetece es cortarlo y pegarlo como propio en mi próximo post.
No puedo estar más de acuerdo, en todo.
Pero quiero destacar el concepto que señalas de la crisis global y de cómo los recursos que se han destinado a apagar este fuego ha ocasionado y ocasionará un enorme retraso en el avance de otros campos, como los que señalas; la investigación, las nuevas tecnologías, el medio ambiente...
No quiero ser tan pesimista, y voy a rechazar la idea de que esta crisis es definitiva y de que nunca saldremos de ella... pero sin duda, aunque los datos macroeconómicos no nos digan eso, hay un puñado de campos en los que va a ser mucho más duradera y de incalculable crudeza.
Los datos macroeconómicos se equivocan. De hecho, creer en ellos es lo que nos ha conducido a esta lamentable situación.
La macroeconomía puede afectar a los grandes capitales, que son los que nos han contado esa historia tan bonita de la globalización.
Pero el ciudadno de a pie sigue pegado a lo local.
De este modo, cuando la escalada del precio del petróleo, consecuencia de su escasez, impida traer comida barata desde allende los mares; o la sequía impida la producción de alimentos básicos y todo se encarezca, el ciudadno de a pie se encontrará con que su cesta de la compra se encarece de modo increible.
Eso supondrá una brutal contracción del consumo. Y ésta, una nueva crisis.
Ha mueto Saramago, te dejo unas palabra suyas: "Estamos todos hundidos en la mierda del mundo y no se puede ser optimista. El que es optimista, o es estúpido, o insensible, o millonario".
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