Bélgica y el nacionalismo.
Cuando en mis foros de opinión tengo el gusto de defender el nacionalismo periférico, y la defensa de la cultura de uno, de lo propio, pongo muy a menudo el ejemplo de Bélgica. No por los grandes amigos que tengo allí (Karel, Davy, Lenn Else, un abrazo), sino por su situación política peculiar. Seguro, que a día de hoy. nadie puede pensar en uno de los países creadores de la Unión Europea como un estado balcanizado, con guerras civiles y con su poder segregado entre diversos líderes ávidos de poder.
Cuando en mis foros de opinión tengo el gusto de defender el nacionalismo periférico, y la defensa de la cultura de uno, de lo propio, pongo muy a menudo el ejemplo de Bélgica. No por los grandes amigos que tengo allí (Karel, Davy, Lenn Else, un abrazo), sino por su situación política peculiar. Seguro, que a día de hoy. nadie puede pensar en uno de los países creadores de la Unión Europea como un estado balcanizado, con guerras civiles y con su poder segregado entre diversos líderes ávidos de poder.
Bueno, pues ese país, ciento cuarenta y ocho días después de las elecciones, tiene el riesgo que su reparto de poder electoral, le avoque a la secesión.
Yves Leterme, es el “Carod – Rovira flamenco” (salvando una abismal distancia tanto ideológica como política). El democristiano flamenco elegido el 10 de junio, Yves Leterme, sigue sin lograr un acuerdo de coalición y, tras casi cinco meses de intentos los miembros de su partido se muestran muy pesimistas, saludando cara a cara el fracaso.
El país marcado por el enfrentamiento entre los neerlandófonos de Flandes y los francófonos de Valonia no había vivido una pausa tan larga desde las elecciones de 1987, cuando Wilfried Martens tardó casi cinco meses en lograr un acuerdo para su coalición, siempre necesaria porque no existen partidos nacionales y los gobiernos deben constituirse con igual número de ministros valones y flamencos, ¿puedes imaginártelo aquí?.
Entonces, como ahora, uno de los grandes obstáculos era el futuro de las localidades limítrofes entre las dos regiones, con lenguas, políticos, prensa y colegios completamente segregados.
Las gentes flamencas exigen que se suprima la posibilidad de voto a partidos francófonos en parte de esos pueblos. Si no hay acuerdo esta semana sobre el destino del colegio electoral Bruselas-Hal-Vilvorde (BHV), los más radicales del partido de Leterme amenazan incluso con una declaración unilateral, de consecuencias impredecibles, para expulsar a los grupos francófonos.
Este conflicto que afecta a Bélgica pone en peligro la firma del Tratado de Lisboa el 13 de diciembre. Si entonces no hay Ejecutivo en Bruselas, el interino no tendrá los poderes, según los expertos legales, para rubricar el texto que ha costado a la UE una década de debates y más de dos años de crisis.
¡Y no pasa nada! Es política democrática, es lo que los pueblos quieren.
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