jueves, noviembre 08, 2007

No son votos, son cosas bien hechas.

Me deja de una sola pieza el hecho de tener que oír todo el rato que la “crisis del AVE” va a costarle muchos votos a Zapatero. Tener que oír que la ministra debe dimitir, tener que oír cosas acerca del escaso apoyo que el PSC le ha dado al Gobierno…

Y aunque todo eso puede ser que sea verdad puede irse más allá y hacer un breve análisis técnico, apuntando hacia dos direcciones, la falta de previsión de los proyectos y la capacidad técnica del sector.

La falta de previsión en los proyectos es una constante en la ingeniería. Corre la tendencia, muy peligrosa por cierto, de pensar que todo se puede hacer sin un “plan B”, que los proyectos son casi perfectos y que todo lo que le rodea son daños colaterales que tanto las Administraciones como la sociedad piensan soportar sin rechistar. Consecuencia de ello es que la sociedad también asuma sin queja, el 20% de sobre coste del Proyecto Modificado, el 20% del Proyecto Complementario que se adjudica a la misma constructora y del 10% extra del Proyecto de Liquidación. Es decir que los proyectos acaban costando muy habitualmente un 50% más de lo presupuestado. Estos casos, muy frecuentes en la capital de España pueden ser funcionalmente asumibles, (aunque éticamente no lo sean) si la obra y los resultados fuesen impecables.

Pero cuando me refiero a lo de la falta de revisión, no lo hago en términos económicos, sino en el estudio de planes B, para las obras en el caso de que algo falle. Es cierto que en infraestructuras tan complejas como las que se ejecutan actualmente y sobre todo las urbanas, las variables que intervienen son muchísimas y no se pueden predecir ni pronosticar todas. El hacer una variante para cada posible fallo sería carísimo y además las administraciones no están por la labor. En España, la fase de estudio de los proyectos se acorta cada día más. No se permite hacer un proyecto de tanta calidad como las obras exigen. No se da plazo a las pruebas de campo necesarias, de hecho muchas veces se prefiere que se solape con la puesta en marcha de la obra, lo que hace imposible incorporarlos a las soluciones de proyecto.

Es muy curioso cómo en la Escuela se hacía muchísimo hincapié a la fase de Estudio de Soluciones, de hecho era prácticamente un tercio del Proyecto Fin de Carrera (hablo de la Politécnica, que es una de esas Escuela de Caminos donde el Proyecto Fin de Carrera es individual). En la vida profesional, el estudio de soluciones se resuelve en dos reuniones, muchas veces sin datos, con las decisiones tomadas “a priori”, ya se improvisará el resto en fase constructiva.

De la capacidad técnica del sector prefiero hablar otro día. Creo que su vorágine de crecimiento se está “cargando” a sus mejores profesionales, haciéndolos centrarse en una búsqueda de los beneficios inmediatos, en resultados económicos de las empresas, sin dejar espacio a la excelencia técnica. No sólo eso, sino que los reemplazos son paulatinamente de menos calidad.

La gente, oyendo esto de Barcelona, puede pensar que en Cataluña, sólo en Cataluña, los profesionales que se dedican a la obra civil no saben trabajar, que lo hacen todo mal y que los socavones salen por ineptitud de los ejecutantes, pero no es así. Barcelona, y en concreto la entrada del AVE a la ciudad es sólo una piedra de toque. Algo que indica que en España no se deben hacer los proyectos tan a la ligera. No os quepa duda que ni los técnicos, ni los constructores, ni los directores de obra son peores en Barcelona que en Madrid (siendo además muchas veces los mismos), la única diferencia es que en el concreto caso de los túneles, el terreno de Madrid lo aguanta todo. Las mejores características geotécnicas y la ausencia de un nivel freático tan superficial son las que evitan que la precipitación con la que se hacen las obras en Madrid no de paso a accidentes y molestias a los ciudadanos como las que ahora sufren los barceloneses.

Ahí está el problema de muchas de las obras civiles en España y supongo que también en el mundo. Que se hacen pensando en votos y no en hacerlas bien. Aunque a veces esos caminos vayan por la misma vía.

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