Con derecho a la huelga, me refiero. Aunque no ha sido portada de ningún medio nacional de comunicación, aunque en España, a diferencia de los países del entorno no hubo ningún acto conmemorativo de relevancia, el pasado lunes, los inmigrantes que residen en Italia hicieron una huelga de 24 horas.
Además de cómo piedra de toque a la situación laboral en la que los “sin papeles” se ven inmersos en estos tiempos de crisis, el trasfondo de la huelga era la de protestar ante un gobierno que protagoniza en los últimos tiempos episodios de políticas neofascistas en el campo de la inmigración. Medidas llenas de populismo que buscan la fidelización del voto ultraconservador y excusas a los tenues para aborregar esas propuestas.
No es nueva, esta medida ya que fechas atrás, sin tanta participación también en Francia se desarrollaron actos similares, bajo el contundente lema de:”24 días sin nosotros”.
La inmigración en tiempos de vacas flacas, no ocupa portadas. Ni sale en los primeros puestos de las listas de preocupaciones de los españoles. Ahora, que apenas llegan pateras a nuestras costas, y que parte de los que vinieron a trabajar en la expansión económica de principio de siglo se vuelven a sus países, los derechos de los que se quedan, y sobre todo de los que se quedan en situación ilegal son absolutamente precarios y de hecho en nuestro país hace tiempo que este tema debate no salta a la luz pública.
Este tipo de protestas me parecen más que necesarias, pero con una pequeña crítica. La importancia del colectivo, su relevancia social, se hubiera puesto de manifiesto de una forma mucho más contundente si la protesta a favor de los derechos sociales y del respeto mínimo a recibir por parte de las autoridades, se hubiera hecho en una época económicamente mejor, ni sonaría a pataleta y hubiera sido, sin duda, mucho más sonada.
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