miércoles, octubre 17, 2007

La muerte tornó a la mina.

Esta mañana desayunábamos con la desagradable noticia del primer muerto en una mina de HUNOSA en lo que va de año. Suena a noticia anacrónica, ¿verdad?. Parece que, cuando el sector, en absoluta recesión, no cuenta con más de 3.000 empleados en el ámbito de la empresa pública, una muerte en la mina suena a país en vías de desarrollo. Ahora, en estos días, mueren mineros en Rusia, en Ucrania, en Colombia, pero… ¿en Asturias?...

Oscar Luís, porteador de 44 años, murió en el “pozu Candín”, en Langreo, a unos 600 metros de profundidad. Dicen las crónicas que tenía más de un par de décadas de experiencia, tanto en la empresa pública como en la privada, pero la mina no entiende de categorías, ni de años de experiencia.

No hay otra, mañana habrá que volver a bajar y aunque sean ya no más que un puñado testimonial de valientes, siguen jugándose la vida, cada día.

La 'nueva Hunosa' ya poco tiene que ver con sus orígenes. La compañía se creó por decreto el 9 de marzo de 1967 en un momento en el que las empresas privadas acumulaban cuantiosas pérdidaspor la confluencia de varios factores. A los costes de extracción del carbón asturiano -superiores al de sus competidores europeos por sus pozos verticales, estrechos e irregulares- se unió la liberalización del mercado español y el aumento de las importaciones de hulla. El sector -intervenido por el Gobierno- empezó a sentir, además, la competencia del petróleo. Todos estos movimientos han dejado el sector, al menos en Asturias, en quiebra.

Ahora, las medidas de seguridad en las minas de HUNOSA han mejorado muchísimo, casi tan exponencialmente como la disminución del número mineros, pero como se comprueba en todas las facetas de la vida, la seguridad cien por cien no existe.

El plan de fututo de la empresa apunta a que transcurrido el periodo 2006-2012 (que fija una producción para 2010 de 860.000 toneladas y una plantilla de 2.042 trabajadores), Hunosa no sufrirá más ajustes. De hecho se plantea concentrar la producción en los pozos necesarios para abaratar costes.

Algunos afirman que por prudencia política y económica, hay que mantener los pozos, pero desde el punto de vista meramente práctico. mientras haya mina, habrá peligro. Un peligro quizá innecesario para un sector decaído que se arrastra por su “eutanásico” futuro esperando uno a uno el goteo de cierre de cada uno de los pozos. Difícil debate.

Mineru, descansa en paz.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Valoramos tu sensibilidad y tu recuerdo al "mineru" fallecido.
Difícil debate, ¿verdad? el de la crisis minera de tu tierra. Si los pozos tradicionales se mantienen abiertos solamente por una cuestión social, será aquello de "pan para hoy y hambre para mañana". ¿No crees?
Termino con una pregunta a propósito de la muerte en la mina: ¿Las Escuelas de Minas están tan avanzadas como las de Caminos y Túneles?
Open Fields.

Alfonso Estébanez dijo...

Creo, y es una opinión muy personal, que el problema, cada día más marginal de la inseguridad en las minas, no está en la formación de los Ingenieros de Minas, ni en el conocimiento del subsuelo y sí en lo imprevisible del medio de trabajo y en las medidas de seguridad a´n algo insuficientes.

Lo curioso es que esa falta de medidas de seguridad no se pueden excusar en la búsqueda de la rentabilidad del sector, sino que es simplemente elproducto de la desidia y de la dejadez de un sector que cada día importa a menos gente... como por otra parte por su volumen de trabajadores e importancia, es lógico.